Peligros ocultos: Efectos secundarios de la terapia con ketamina

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Dar el primer paso es lo más difícil.

La terapia con ketamina se ha hecho famosa por su potente efecto sobre el cerebro en el tratamiento de diversos trastornos mentales. Sin embargo, como cualquier otro tratamiento, la terapia con ketamina entraña riesgos. Aunque puede tener efectos positivos, también plantea problemas. Durante la terapia con ketamina puede producirse hipertensión arterial, lo que supone un riesgo para los hipertensos. 

Los posibles efectos secundarios incluyen náuseas, confusión y alucinaciones. Es fundamental comprender y conocer estos riesgos antes de someterse a la terapia con ketamina. Háblalo con los profesionales médicos para que te orienten y apoyen en la recuperación a largo plazo.

Puntos Clave

La terapia con ketamina ayuda a tratar enfermedades mentales, pero tiene efectos secundarios graves. Esto es lo que hay que saber:

    • Pueden producirse efectos secundarios físicos y psicológicos , como mareos y disociación, que requieren atención médica. Estos efectos suelen notificarse tanto en el tratamiento con ketamina por vía intravenosa como en el uso de aerosoles nasales.
    • El uso regular de ketamina puede provocar dependencia y puede causar síntomas de abstinencia como agitación cuando se interrumpe su uso. Los efectos secundarios a largo plazo del tratamiento con ketamina pueden variar de una persona a otra.
    • Las medidas de seguridad y el cumplimiento estricto de la dosis son vitales para reducir el riesgo de efectos secundarios graves durante el tratamiento con ketamina. Esto es especialmente importante para aquellos que utilizan la terapia con ketamina para la depresión.

terapia con ketamina: efectos secundarios

Como todo en la vida, el tratamiento con ketamina también puede tener efectos a corto y largo plazo. Esto es lo que debes saber al respecto: 

La terapia con ketamina, utilizada a menudo para tratar trastornos del estado de ánimo como la depresión y el TEPT, puede inducir efectos a corto plazo que varían según las personas. 

Los efectos secundarios inmediatos más comunes son:

  • Náuseas
  • Mareos
  • Percepción alterada del entorno
  • Visión borrosa
  • Aumento de la frecuencia cardíaca
  • Presión arterial elevada
  • Confusión
  • Alucinaciones leves

Algunas personas pueden experimentar disociación, en la que se sienten ajenas a su entorno. Estos efectos suelen ser efímeros y desaparecen poco después de terminar la sesión de terapia. Hay que vigilar de cerca a los pacientes durante estas sesiones para garantizar su bienestar.

Aunque la terapia con ketamina ha demostrado resultados positivos en el alivio de los síntomas de ciertas enfermedades mentales, los posibles efectos a largo plazo del tratamiento con ketamina son un área de investigación en curso. Preocupa la posibilidad de que se produzcan efectos secundarios graves, como problemas cardíacos, trastornos cognitivos y pesadillas recurrentes.

Si una persona sigue abusando de la droga, también puede provocar dependencia y abuso.

El uso prolongado puede contribuir a:

  • Trastornos del estado de ánimo

  • Ansiedad

  • Depresión

  • Pérdida de memoria

  • Deterioro de la función vesical

  • Daño hepático

  • Problemas gastrointestinales

  • Reducción de la función cognitiva

También es necesario seguir investigando el posible desarrollo de tolerancia o adicción con un tratamiento prolongado.

¿Quién debe evitar la terapia con ketamina?

Aunque la terapia con ketamina puede aliviar a muchas personas que sufren depresión, TEPT o dolor crónico, no es adecuada para todo el mundo. Ciertas personas pueden sufrir mayores riesgos o complicaciones con esta forma de tratamiento. He aquí quién debe considerar opciones alternativas:

  • Personas con antecedentes de psicosis:  la ketamina puede inducir disociación y alucinaciones, lo que puede empeorar los síntomas psicóticos subyacentes en individuos con esquizofrenia o trastornos relacionados.

  • Pacientes con hipertensión arterial no controlada o enfermedades cardiovasculares: la ketamina puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que supone un riesgo para las personas con enfermedades cardiovasculares preexistentes.

  • Individuos con trastornos por abuso de sustancias: dado que la ketamina tiene el potencial de provocar un uso indebido y dependencia psicológica, las personas con antecedentes activos o recientes de drogadicción pueden no ser buenos candidatos.

  • Embarazadas o en periodo de lactancia: existen datos limitados sobre la seguridad del uso de ketamina durante el embarazo y la lactancia, por lo que generalmente se evita en estas poblaciones.

  • Personas con disfunción hepática: la ketamina es metabolizada por el hígado, y el deterioro de la función hepática puede afectar la forma en que la droga es procesada y eliminada del cuerpo.

Los pacientes deben someterse siempre a una evaluación médica y psiquiátrica exhaustiva antes de iniciar la terapia con ketamina. Adaptar el tratamiento en función de los perfiles de salud individuales ayuda a garantizar la seguridad y la eficacia.

Impacto en la mente y el cuerpo

La terapia con ketamina, aunque generalmente se considera segura, puede provocar diversos efectos físicos y psicológicos que las personas deben conocer. Comprender los posibles efectos secundarios de la terapia con ketamina ayuda a las personas a tomar decisiones informadas sobre su tratamiento de salud mental.

Efectos físicos

Los efectos físicos de la terapia con ketamina pueden incluir efectos no deseados como agitación, sedación y disociación. Algunas personas pueden experimentar nistagmo (movimiento involuntario de los ojos) y cambios en la función de la vejiga. Estos efectos secundarios de la terapia con ketamina varían de una persona a otra, y no todo el mundo los experimentará.

La administración de ketamina por pulverización nasal también puede tener repercusiones físicas. Pueden aparecer síntomas gastrointestinales como náuseas o vómitos. El habla puede volverse arrastrada y la coordinación motora fina puede verse afectada. La intensidad y duración de estos síntomas difieren entre individuos, especialmente dependiendo de si se trata de una terapia con ketamina IV o intranasal.

Efectos psicológicos

En el plano psicológico, la ketamina -utilizada originalmente como droga de discoteca- puede inducir estados disociativos. Aunque estas percepciones alteradas pueden formar parte del efecto terapéutico, pueden resultar angustiosas para algunas personas.

Es fundamental vigilar las reacciones psicológicas, como los cambios de humor o los síntomas depresivos. Los efectos adversos graves son poco frecuentes, pero pueden incluir pensamientos suicidas, lo que subraya la importancia de reconocer los efectos secundarios potenciales de la terapia con ketamina cuando se evalúa su uso para enfermedades como la depresión.

Dependencia y síndrome de abstinencia

La dependencia de la ketamina, especialmente con el uso frecuente o en dosis altas, puede provocar síntomas de abstinencia. Estos pueden incluir ansiedad, agitación y dificultad para dormir. En algunos casos, las personas pueden incluso tener pensamientos de autolesión o suicidio.

Es esencial buscar atención médica si aparece alguno de estos síntomas durante o después del consumo de ketamina. El uso de ketamina en dosis superiores a las prescritas o fuera de los protocolos de supervisión médica aumenta el riesgo de efectos secundarios a largo plazo del tratamiento con ketamina y de dependencia. Las personas que tengan problemas con el consumo de ketamina deben ponerse en contacto con profesionales médicos para que les orienten y apoyen.

Medidas de seguridad y regulación de la dosis

Al considerar la terapia de infusión de ketamina para la depresión resistente al tratamiento u otros trastornos mentales, es fundamental garantizar protocolos de seguridad y control de dosis adecuados. Los pacientes deben consultar siempre a un médico colegiado antes de iniciar la terapia, lo que permite un plan de tratamiento personalizado basado en sus necesidades únicas.

  • Supervisión médica: el tratamiento con ketamina debe administrarse bajo estrecha supervisión médica, normalmente en un entorno clínico u hospitalario.

  • Regulación de la dosis: seguir la pauta posológica prescrita ayuda a reducir los riesgos y optimizar los resultados del tratamiento.

  • Consulta con el profesional médico: la comunicación continua con los profesionales médicos garantiza el seguimiento del progreso del tratamiento y la realización de los ajustes necesarios.

  • Evitar la autoadministración: la ketamina nunca debe autoadministrarse, ya que hacerlo aumenta el riesgo de complicaciones y reduce la supervisión de la seguridad.

Es importante recordar que la ketamina comparte características con los anestésicos generales, lo que subraya la necesidad de un uso controlado. Tanto si se considera terapia con ketamina para la depresión u otros usos no indicados en la etiqueta, consulte siempre a un profesional médico para obtener orientación individualizada.

Preguntas frecuentes

El camino hacia la recuperación puede plantear muchas preguntas. A continuación encontrarás algunas de las preguntas más frecuentes sobre nuestros servicios. Si necesitas más información o tienes más preguntas, sólo llámanos.

Los efectos de la ketamina varían con la dosis, lo que plantea riesgos de abuso, adicción y deterioro cognitivo. Los efectos secundarios de la ketamina incluyen analgesia, disociación y alucinaciones, creando un estado similar al sueño con percepciones alteradas del tiempo y el espacio. Los consumidores pueden experimentar euforia, relajación, deterioro de la función motora, aumento de la frecuencia cardiaca y náuseas. Puede provocar confusión, desorientación y, en dosis elevadas, depresión respiratoria.

El uso médico, supervisado por profesionales, hace hincapié en sus propiedades analgésicas, pero el abuso recreativo puede tener consecuencias físicas y psicológicas adversas, por lo que es necesario administrarlo con precaución en los entornos adecuados.

El consumo prolongado de ketamina puede provocar déficits cognitivos, como problemas de memoria y atención. El consumo crónico puede provocar dependencia psicológica y exacerbar o contribuir a trastornos mentales como la ansiedad y la depresión.

La exposición prolongada a la ketamina se asocia a problemas en la vejiga y el tracto urinario, conocidos como cistitis inducida por ketamina, que pueden provocar dolor intenso y disfunción urinaria. Además, existe preocupación por los posibles daños en el hígado y otros órganos. Es necesario seguir investigando para comprender plenamente el alcance de los efectos a largo plazo, lo que subraya la importancia de un uso responsable y supervisado en entornos médicos.

La ketamina, un anestésico disociativo y una popular droga recreativa, puede plantear diversos riesgos. Los efectos a corto plazo incluyen alucinaciones, confusión y deterioro de la función motora. Su uso prolongado puede provocar adicción, mala coordinación corporal y problemas de vejiga. La ketamina puede causar dependencia psicológica y su uso en entornos no médicos puede provocar accidentes o lesiones.

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