
Dr. Rostislav Ignatov, Doctor en Medicina (MD)
Director Médico - Médico
El trastorno bipolar II es un trastorno de salud mental caracterizado por períodos de episodios depresivos alternados con episodios hipomaníacos, que son una forma más leve de los episodios maníacos completos que se observan en el trastorno bipolar I.
Esta enfermedad puede afectar profundamente al funcionamiento diario de una persona, a sus relaciones y a su calidad de vida en general. Afortunadamente, existen varios tratamientos para ayudar a controlar esta enfermedad de forma eficaz. Sigue leyendo para saber más sobre este complejo trastorno mental.
El trastorno bipolar II, una enfermedad mental compleja, afecta a muchas personas en Estados Unidos. Esto es lo que trata este artículo:
El trastorno bipolar II es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por cambios cíclicos entre episodios depresivos e hipomaníacos. Aunque es similar al trastorno bipolar I, las personas con trastorno bipolar II experimentan episodios hipomaníacos en lugar de episodios maníacos completos. Estos episodios pueden afectar significativamente al funcionamiento diario y a la calidad de vida en general. A continuación se describen los síntomas asociados a los episodios hipomaníacos y depresivos del trastorno bipolar II:
Durante los episodios hipomaníacos, las personas suelen experimentar un notable aumento de los niveles de energía y actividad. Pueden sentirse inusualmente alegres, activos e inquietos, acompañados de una menor necesidad de dormir, funcionando bien con sólo unas pocas horas cada noche. También es frecuente un aumento de la locuacidad, con un habla rápida y una tendencia a saltar de un tema a otro.
Muchos muestran una confianza exagerada en sí mismos o grandiosidad, lo que les lleva a sobrestimar sus capacidades o su importancia. Los pensamientos pueden acelerarse, lo que dificulta la concentración, y pueden aparecer conductas impulsivas como el gasto imprudente o la asunción de riesgos. Además, las personas suelen dedicarse a varios proyectos o tareas a la vez, mostrando una mayor actividad y entusiasmo.
En el trastorno bipolar II, los síntomas depresivos suelen manifestarse a través de una tristeza, vacío o desesperanza persistentes que duran la mayor parte del día, casi todos los días. Las personas pueden perder el interés o el placer por actividades que antes disfrutaban, descubriendo que las aficiones, la vida social y otras fuentes de alegría del pasado ya no tienen atractivo. La depresión también puede provocar cambios significativos en el apetito y el peso, con pérdida o aumento de peso, o alteración de los patrones alimentarios.
Los trastornos del sueño -como insomnio, dificultad para conciliar el sueño o sueño excesivo- son frecuentes, junto con fatiga constante o bajos niveles de energía que hacen que incluso las tareas cotidianas más sencillas resulten agotadoras. Muchas personas experimentan sentimientos intensos de inutilidad, culpa o autoinculpación, acompañados de dificultad para concentrarse, indecisión o problemas de memoria. En casos graves, pueden aparecer pensamientos de muerte o ideas suicidas.
Recuerde que estos síntomas de hipomanía y episodios depresivos pueden variar en intensidad y duración de una persona a otra. Un diagnóstico adecuado por parte de profesionales de la salud mental es esencial para garantizar una atención y un tratamiento eficaces.
El trastorno bipolar, una enfermedad maníaco-depresiva, se caracteriza por cambios extremos del estado de ánimo y se manifiesta de diversas formas, siendo los tipos bipolar I y bipolar II los más comunes. Aunque comparten similitudes, existen claras diferencias entre ambos.
En el trastorno bipolar I, los individuos experimentan episodios completos de manía, a menudo acompañados de episodios depresivos. Por otro lado, el trastorno bipolar II se caracteriza por episodios hipomaníacos, menos graves que la manía completa, junto con episodios depresivos.
Los episodios maníacos en el trastorno bipolar I suelen ser más graves, y a menudo conducen a la atención hospitalaria debido a su intensidad y potencial de comportamiento imprudente o errático. En el trastorno bipolar II, los episodios hipomaníacos son menos extremos e incluso pueden percibirse como periodos de mayor productividad o estado de ánimo elevado.
Los episodios maníacos del trastorno bipolar I duran al menos siete días, mientras que los episodios depresivos pueden persistir durante dos semanas o más. En el trastorno bipolar II, los episodios hipomaníacos duran al menos cuatro días, y los episodios depresivos suelen durar más tiempo.
El deterioro del funcionamiento durante los episodios maníacos es más pronunciado en el trastorno bipolar I, y a menudo provoca trastornos importantes en el trabajo, las relaciones y la vida cotidiana. En el trastorno bipolar II, el deterioro durante los episodios hipomaníacos es menos grave, pero los episodios depresivos pueden seguir causando dificultades importantes en el funcionamiento. Recuerde que cualquiera de los dos tipos de trastorno bipolar puede tener un impacto significativo en el funcionamiento diario, las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general. Por lo tanto, la ayuda profesional es esencial para un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.
Aunque la causa exacta del trastorno bipolar no se conoce del todo, se cree que hay varios factores que contribuyen a su aparición. Estas son algunas de las posibles causas y factores de riesgo asociados al trastorno bipolar II:
La predisposición genética desempeña un papel importante en el desarrollo del trastorno bipolar II. Las personas con antecedentes familiares de trastorno bipolar tienen un mayor riesgo de padecerlo.
Los desequilibrios en los neurotransmisores, como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, están implicados en el trastorno bipolar II. También pueden contribuir a su desarrollo cambios en la estructura y función cerebrales, como anomalías en el córtex prefrontal y en el sistema límbico.
Los factores psicológicos, como el estrés, los traumas y los problemas emocionales no resueltos, pueden exacerbar los síntomas del trastorno bipolar II. Además, rasgos de personalidad como la impulsividad y el perfeccionismo pueden aumentar la propensión a padecerlo.
Los factores ambientales, como los cambios importantes en la vida, los acontecimientos traumáticos o los factores estresantes crónicos, pueden desencadenar episodios del estado de ánimo en las personas con trastorno bipolar II. Estos desencadenantes pueden provocar alteraciones en el delicado equilibrio de la química cerebral, dando lugar a episodios de depresión o hipomanía.
Ciertas afecciones médicas, como los trastornos tiroideos o las afecciones neurológicas, pueden elevar el riesgo de desarrollar trastorno bipolar II o exacerbar los síntomas existentes.
El abuso de sustancias, incluido el alcohol, las drogas ilegales, las drogas recreativas y los medicamentos recetados, puede empeorar los síntomas del trastorno bipolar II e interferir en la eficacia del tratamiento. El abuso de sustancias también puede desencadenar episodios del estado de ánimo y aumentar la gravedad de la afección. Recuerde que el trastorno bipolar II es una enfermedad compleja con múltiples factores contribuyentes, y las experiencias individuales pueden variar.
Vivir con trastorno bipolar II puede ser un reto debido a los graves cambios de humor entre depresión e hipomanía.
El proceso de diagnóstico del trastorno bipolar II suele implicar varios pasos para garantizar una evaluación precisa y un tratamiento adecuado. He aquí un desglose de cada paso:
El proceso de diagnóstico suele comenzar con una evaluación inicial realizada por un profesional sanitario. Esta evaluación consiste en recopilar información sobre los síntomas de la persona, su historial médico y sus antecedentes familiares de trastornos mentales.
Los profesionales sanitarios utilizan criterios diagnósticos establecidos, como los recogidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), para determinar si la persona cumple los criterios del trastorno bipolar II.
Puede realizarse un chequeo físico y pruebas de laboratorio, como análisis de sangre, para descartar cualquier afección médica subyacente o consumo de sustancias que contribuyan a los síntomas de la persona.
El seguimiento del estado de ánimo, como llevar un diario del estado de ánimo o utilizar herramientas digitales, puede ayudar a las personas y a los profesionales en salud a controlar las fluctuaciones del estado de ánimo a lo largo del tiempo, proporcionando información valiosa para el diagnóstico y la planificación del tratamiento.
Un profesional de la salud mental puede realizar una evaluación psicológica para valorar la salud mental general de la persona, incluidos sus pensamientos, emociones y comportamientos.
Se puede recabar información colateral de familiares o amigos íntimos para obtener información adicional sobre los síntomas y el funcionamiento de la persona.
Los profesionales sanitarios tienen en cuenta otros posibles diagnósticos que pueden presentar síntomas similares, como el trastorno depresivo mayor (TDM), los trastornos de ansiedad, el trastorno ciclotímico o los trastornos por consumo de sustancias (TUS ).
En función del diagnóstico, los profesionales sanitarios colaboran con la persona para desarrollar un plan de tratamiento personalizado que puede incluir medicación, terapia, cambios en el estilo de vida y servicios de apoyo.
Las citas periódicas de seguimiento y la supervisión son vitales para controlar la respuesta del individuo al tratamiento, ajustar el plan de tratamiento según sea necesario y garantizar el apoyo y la atención continuos. Siguiendo este exhaustivo proceso de diagnóstico, los profesionales sanitarios pueden identificar eficazmente el trastorno bipolar II y proporcionar la atención y el apoyo adecuados.
El trastorno bipolar II requiere un enfoque terapéutico integral para su tratamiento eficaz. He aquí las principales opciones de tratamiento:
La medicación es la piedra angular del tratamiento del trastorno bipolar II. Los estabilizadores del estado de ánimo, como el litio o los anticonvulsivantes, son los tipos más comunes de medicamentos recetados por los médicos para ayudar a regular los cambios de humor y prevenir los episodios maníacos o depresivos. Además, pueden utilizarse antidepresivos o antipsicóticos para tratar síntomas específicos.
La psicoterapia, o terapia de conversación, puede ser una herramienta valiosa para los pacientes bipolares. La terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia interpersonal (TIP) y la psicoeducación pueden ayudar a las personas a aprender habilidades de afrontamiento, identificar los factores desencadenantes y desarrollar estrategias para controlar los síntomas del estado de ánimo.
El autocuidado desempeña un papel crucial en el control de los síntomas del trastorno bipolar. Mantener un horario regular de sueño, hacer ejercicio a diario y evitar el alcohol y las drogas puede ayudar a estabilizar el estado de ánimo. Las técnicas de control del estrés, como la meditación consciente o los ejercicios de relajación, también son beneficiosas.
Unirse a un grupo de apoyo de salud mental puede proporcionar un valioso apoyo emocional, ánimo y consejos prácticos. Relacionarse con otras personas que entienden lo que supone vivir con esta enfermedad puede ayudar a las personas a sentirse menos solas y más capacitadas para controlar eficazmente sus síntomas bipolares. Combinando estas opciones de tratamiento, las personas con trastorno bipolar II pueden controlar eficazmente sus síntomas graves y llevar una vida satisfactoria.
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